El informe Belmont es un documento que se crea bajo la premisa deontológica, esbozando cuatro principios con el fin de asegurar la investigación con sujetos humanos de manera ética.
Estos principios son:
- Autonomía.
- No maleficencia.
La práctica terapéutica está más cerca de la solución del problema, ofreciendo un diagnóstico preventivo, mientras que la investigación está dada a comprobar una hipótesis. Al ser la investigación un método para comprobar una hipótesis, así mismo surgen los grandes dilemas éticos en cuanto a la medicina y el ser humano sujeto de investigación, debido a que hacia la Segunda Guerra Mundial se avanzó significativamente en todo lo que tiene que ver con medicina, pero en muchos casos estos se dieron pasando los límites y violando los derechos de estos sujetos, por no considerarse personas.
Es por esto que, el Informe Belmont surge como un Documento que al día de hoy es histórico y ofrece bases para los grupos de investigación que van de la mano con las prácticas terapéuticas; incluso, podríamos pensar que este documento no presenta mayor importancia por que a nuestro juicio sabríamos como actuar de manera ética y moral con el tratamiento de un ser sujeto de investigación, pero esto va más allá, y este informe lo que nos quiere mostrar es la gama amplia, no solo para hablar de ética sino también como los principios anteriormente nombrados deben tenerse en cuenta y cómo interactúan con la inspección para la protección de los sujetos humanos.
La unificación de estos principios, se convierten en una fuente doctrinal para los Investigadores, convirtiéndose para el mundo, en una reglamentación que debe tenerse en cuenta por cualquier grupo o Investigador con sujetos humanos, basándose en tres aspectos básicos como lo son el respeto a las personas que incluye (i) El discernimiento de cada sujeto para que tenga la capacidad de entender el balance de riesgo – beneficio, (ii) La intención de la investigación o la práctica terapéutica que va de la mano con la información clara y entendible y (iii) La libertad de querer ser sujeto pasivo en la investigación y/o práctica. Estos factores hacen parte de la toma de decisión que debe ser fuente esencial del Principio de Autonomía que se encuentra plasmado en el Proceso del Consentimiento Informado, lo llame proceso por tener parámetros específicos de comunicación entre el Investigador y el Sujeto de Investigación, en el que se da un acuerdo de voluntades destinada a producir efectos jurídicos, así como también se nos puede mostrar la autonomía disminuida y como esta debe ser objeto de protección.
El Principio de Beneficencia y No maleficencia que tienden a considerarse iguales y en el cual el informe muestra claramente como el primero, defiende su primacía suprimiendo perjuicios para el Sujeto de Investigación y el de No maleficencia que, aunque no es nombrado explícitamente, lo plasma como un acto imperativo de no hacer daño intencionalmente con acciones que no se necesiten.
El Principio de Justicia entra en juego siempre, bien sea porque el Principio de Autonomía y de Beneficencia se encuentra en conflicto o simplemente porque la investigación debe surgir como un procedimiento que genere algún beneficio y no como un procedimiento arbitrario.
Finalmente, lo que el Informe Belmont quiso mostrar fue una ponderación entre riesgos y beneficios, sin justificación alguna para un trato inhumano a que el riesgo siempre existirá, pero es deber del Grupo de Investigación minimizar al máximo este riesgo por medio de sus comités de revisión, brindando protección especial a las personas vulnerables y, que estos riesgos y beneficios deben ser llevados por el proceso de la comunicación y plasmados en el Consentimiento Informado.
Pueden ver el Informe Belmot en este enlace